martes, 28 de octubre de 2008

Crónica de un Moqueguazo

Los rumores de un nuevo Moqueguazo (o de la continuación del anterior) hacían surgir con efectividad cierta tensión en el vehículo que nos llevaba hacia el puente Montalvo. Los rumores de que este había sido tomado eran cada vez más ciertos.

Juan, el moqueguano conductor de nuestro vehículo, aceptó ponerme un poco al tanto: “Esto ya se veía venir. Pero que se podía esperar pues jóven, la lucha que se realizó meses atrás parece que fue totalmente en vano, pues hasta ahora no han cumplido su palabra”.

Llegamos y la imagen era escalofriante: gritos de protesta de los pueblerinos, gritos de orden de la policía, bullicio en general. La gente avanzaba en bloque a través del puente con el objetivo de expulsar a los últimos policías que se defendían inútilmente con bombas lacrimógenas y perdigones.

Fue inevitable. El puente Montalvo una vez más había pasado a la orden y merced de la decisión popular, sin importar las autoridades, sin importar el comercio, sin importar nada salvo sus peticiones. Y esta vez han venido con sed de revancha, con sed de justicia, y han llegado para quedarse.

EL RETORNO DEL MOQUEGUAZO


Esta mañana se reabrió un duro episodio en la ciudad de Moquegua: Los pobladores lograron tomar a la fuerza el puente Montalvo.


A pesar de los esfuerzos de la Policía Nacional del Perú para evitar esto con bombas lacrimógenas, la muchedumbre hizo su derrota inminente.


Los pobladores exigieron que se cumpla el acta firmada por el ex presidente de consejo de Ministros Jorge del Castillo cuando se puso fin al primer moqueguazo realizado algunos meses atrás.


Si bien la policía intentó evitar el paso al puente al principio, la población logró tomar el control de las acciones. Las bombas lacrimógenas y los perdigones solo lograron dejar algunos heridos, ya que no pudieron contener el objetivo de la gente de bloquear la carretera Panamericana Sur con destino al departamento de Tacna.

La Radio Contraataca


En pleno auge de la información ciberespacial un medio de comunicación que nos acompaña hace ya más de un siglo está intentando retomar el papel protagónico que lo caracterizó como el número uno durante mucho tiempo: la radio.

Si bien CPN Radio apostó fuertemente al integrar a su equipo a Chemo Salcedo y Raúl Vargas para liderar el espacio radial en el Perú, sus contrincantes no se quedaron con las manos cruzadas.


Ideele Radio decidió contar momentáneamente con Gustavo Gorriti como conductor de su programa fuerte “No hay derecho”.

Pero eso no es todo, ya que el grupo RPP infirió al espectro radial FM bajo el nombre Capital 96.7, que se caracteriza por su nuevo formato, que consiste en charlas de opinión respecto a temas específicos contando siempre con el apoyo del público, el cual siempre es bienvenido a opinar, en lugar de simplemente brindar información a lo largo del día de manera objetiva y descriptiva.

Claudia Cisneros y Phillip Butters, arrancan a las 6 am. Luego Rosa María Palacios agarra la posta a las 9 am acompañando a la audiencia hasta las 12:30. Luego Jorge Bruce, Juan Carlos Taffur, Renato Cisneros y Magaly Medina completan la nómina diaria.

Warner Frotzel, gerente de CPN radio, no se preocupa por la nueva apuesta de RPP, ya que, a pesar de admitir la rivalidad directa con ellos, asegura que el tener la cobertura de todo el país es un paso más respecto a solo el 70% que tiene Capital 96.7

domingo, 26 de octubre de 2008

La falsa balada de los corazones rotos

Por: Pedro Alayza Maccera





El olor a sudor concentrado en un pequeño bar dificultaba mi vista y respiración, pero aun así era imposible no distinguir similares y resaltantes características en la gran mayoría de personas que me rodeaba. Todos bailaban al compás de los gritos y música estridente que emitían cinco individuos situados en un pequeño escenario. Me encontraba en un concierto “emo”, un día de semana en Barranco.

Todo empezó en una reunión familiar. Se celebraban los cincuenta y cinco años de matrimonio de mis abuelos y se celebraba con un almuerzo criollo en mi casa. Llevaba puestos una camisa y un pantalón blue jean ligeramente apretado (pitillo, como le dicen ahora). Fue así como empezó todo. Se me acercó un primo de once años y me preguntó si yo era emo. Me dejó un rato en silencio. No sabía exactamente a qué venía su pregunta. Le contesté con una negación, y le pregunté el por qué de su pregunta. “Tienes pantalones pegados. Es así como se visten los emos. Si usas pantalones pegados significa que eres emo.” me dijo.

Acto seguido: empezó un debate entre mis primos (todos menores de trece años) acerca de la actitud, procedencia, el look entre otras cosas más, sobre estos individuos conocidos en la sociedad como emos. Todos coincidían en varios aspectos que han ido aprendiendo en Internet y en ciertos programas de televisión, apuntando a lo ridículo de su movimiento. Que deben usar ropa apretada, colores como negro, rosado y morado de preferencia; les debe gustar andar en forma callada y sentirse atraídos sexualmente hacia personas cada persona por igual, sin importar si es de su mismo sexo; etc.

Todos sabían. Todos estaban informados. Yo había escuchado, desde luego, la misma información, pero mi sorpresa radicaba en como los diferentes medios de comunicación divulgaban, de manera segura y similar, la forma de vivir y las costumbres de esta gente. Chicos y chicas que están entre los 15 y los 21 años de edad que sin embargo son vistos de una forma inhumana. Y es que ellos van en contra de la corriente, aspiran a vivir siempre en depresión. Todos concuerdan en eso.

El compartir la información que mis primos y yo teníamos acerca del tema me llevó a cuestionarme ciertas cosas. Como universitario, y más aun como joven de veinte años, me sorprende descubrir que haya gente contemporánea a mi que piense de esa manera tan opuesta y radical. Se que todos los humanos somos, en esencia, heterogéneos, pero que existan casos así (sobre todo en personas que se encuentran en la primera etapa de la caza de los sueños y objetivos de la vida) es algo difícil de creer para mi.

Entonces, ¿Existen los emos? ¿Realmente hay personas que tienen como objetivo en la vida vivir deprimidos? En caso que esto no fuera así, ¿Por qué la gran mayoría de medios lo afirmaría con tanta seguridad?

Luego de ver a través de Internet algunos reportajes realizados por diferentes programas cibernéticos y televisivos en los últimos meses, es fácil notar que la gran mayoría de conclusiones realizadas por estos diversos programas es muy parecida, no solo entre si, sino también con la información que puede ser hallada en diferentes páginas web. Siempre apoyándose en sociólogos o educadores.

Estéticamente, afirman que los emos se ven obligados a usar jeans muy pegados y oscuros, camisetas pegadas al cuerpo y capuchas. Ojos maquillados en estilos góticos; un estilo de cabello muy peculiar: dejarse el cerquillo largo y tirarlo hacia un lado para cubrir uno de los dos ojos, demostrando así, su indiferencia al mundo y sus ganas de pasar desapercibidos; y que es fundamental permanecer siempre delgados, para mostrar una vida deprimente y sufrida.

Afirman también (y esta es la parte que me cuesta creer) que su filosofía radica en vivir una vida regida por la depresión; no seguir ningún tipo de divinidad; usar siempre símbolos como corazones rotos, calaveras y estrellas. También es muy importante que un chico emo deba estar con una chica emo, que comparta su dolor en todo momento, el cual es expresado muchas veces mediante cortes a la piel, en son de protesta. Estos estatutos sirven para que todos los emos puedan vivir juntos en comunidades, apegándose a ciertas reglas que todo miembro de la comunidad debe seguir.

Así como yo y mis primos manejábamos casi la misma información, los medios concordaban en el 90% de los datos brindados acerca de estos particulares personajes. Todos, como siempre, sustentando sus investigaciones con apoyo de sociólogos, educadores, psicólogos y diferentes expertos en cambios emocionales en jóvenes.

En lo poco que dejaban decir en las entrevistas, los emos afirman que la manera de pensar y la gran mayoría de actos que cometen no son comprendidos por los adultos, porque se basan en sensaciones y sentimientos propios de púberes y adolescentes. Y es por eso que se sienten incomprendidos, y esa es su forma de protesta. Entonces, ¿Cómo estos “expertos” en el tema pueden dar (con casi total seguridad) sus hipótesis acerca del modo de actuar y de esta gente, si los formatos que siguen los emos son precisamente para despistarlos?

Necesitaba penetrar estos esquemas, y verlo todo por mi mismo. Fue así que antes de dejarme llevar por la tal vez inexacta información de los medios, decidí contactar a un personaje nuclear, a un emo, para nutrirme de información más genuina y mucho menos especulativa.

Este anónimo personaje (su anonimato fue la única exigencia para que me brinde su ayuda) estudia en la misma universidad que yo y es considerado por algunas personas como un emo, mas, según el, no lo es. Es guitarrista y vocalista de una de las bandas más influyentes de la movida emo local. Se viste con pantalones oscuros y pegados, le gusta el negro, el morado, los polos a rayas y hasta peinarse el sequillo hacia un lado. De no conocerlo, la influencia de los medios me hubiese llevado a señalarlo sin ningún reparo como un miembro innato de esta nueva secta social.

“No. No me corto. Esas son webadas”. Fue su tajante respuesta hacia mi incógnita más grande, acerca de la manera de accionar de estas personas con los cortes. “La movida emo nace a causa de la música. Bandas como My Chemical romance o 30 seconds to mars, empezaron a hacer canciones acerca decepciones, depresión (como casi todos los artistas) solo que dándole un toque más gótico, tétrico, hablando de la muerte y la otra vida y hablando de las características del corazón como un instrumento físico y sentimental, aludiendo así mucho a la sangre”.

“La gente empezó a imitar poco a poco la forma de vestirse, peinarse y maquillarse de estos artistas” contaba. Y mientras seguía hablando recordaba como efectivamente estos cantantes siempre llevaron estos looks. “Todo nace a partir de la moda, del estilo”.

Hablamos de cómo los medios exponen a los emos. Y es por eso que le pregunté como una moda que se caracteriza en la forma de vestirse y peinarse podía terminar aglomerando gente con objetivos tan desalineados como la depresión eterna. “Siempre a existido la tendencia de reflejar en el vestuario un gusto musical. Los emos no son la excepción, y fue así como empezaron a llamar la atención de la sociedad. A diferencia de los punk o los metaleros, ellos eran un género nuevo (reciclado, en vista que el emo surge en los 70s sin llamar la atención) y la gente no estaba acostumbrada. Es así que empezaron las especulaciones a causa de las letras de las canciones. Por eso se ganaron la espalda de la sociedad, y eso los convertía en incomprendidos, en diferentes, en especiales, y así es como nacen todas las ideas tontas acerca del peinado en son de protesta, o los cortes, y no lo desmentían porque se sentían a gusto en su situación. Esto fue creciendo y degenerándose hasta el punto en que las bandas iniciadoras del movimiento (que era íntegramente musical) se dieron cuenta que la gente llevó el crecimiento del género hacia otro lado, y públicamente aclararon que ellos no eran emo, porque el emo los dejó al haber mutado en esta especie de contracultura”.

Al finalizar nuestra interesante charla, fui invitado por mi entrevistado a un concierto emo a realizarse un miércoles en Barranco.

Entré a este pequeño local situado en el boulevard barranquino. Sofocado por el calor, apreciaba a todos los individuos compartiendo resaltantes características. Tal como ví en varios programas, todos tenían el mismo peinado, pantalones apretados, calaveras, corazones rotos, etc. Cantaban gritando las canciones que la banda del escenario tocaba (que tenían varios gritos también). Se golpeaban, pero muy parecido a los pogos punk, y en entre canciones reían, bromeaban, chupaban, etc. Actos normales. Actos humanos.

Mientras me acercaba al escenario para ver mejor me cayó un golpe en la nariz. Creo que fue un cabezazo. Tuve que ir al baño para enjuagarme la sangre que brotaba de mi labio y nariz. Entonces escuché que la banda había terminado y que era el turno de la siguiente. En ese pequeño break entre banda y banda, todos el público ingresó al baño. Todos se peleaban por el espejo. Sacaban peines de sus bolsillos y se empezaron a arreglar los peinados. Otros se arreglaban la ropa. Sus conversaciones eran normales. Reían. No estaban deprimidos ni nada por el estilo, pero su look si era un tema aparte, de importancia.

Luego de ver tocar a mi compañero anónimo no emo, conversamos un rato. Le dí la razón en todo lo que me había contado antes. “Yo te dije. Es una moda y más que nada una pose. Créeme que los que ves ahora en dos años máximo no volverán a la moda emo nunca más. Es algo pasajero”. Fue su respuesta. Y luego de eso me aclaró mi última duda: “¿Los cortes? Ellos no son emos por cortarse, sino se cortan para ser emos. Supongo que es la parte más difícil del disfraz, y por eso no todos se cortan”.

Al llegar a mi casa, prendí la televisión y empecé a ver el programa “Enemigo Íntimos”. Me preguntaba cuanta veracidad tendrán los reportajes que veía en el momento sin prestarles importancia, recordando que ese programa fue uno de los que habló de los emos.

Pero en fin, la información de los medios era incorrecta. Pero estos sin embargo no mintieron en ningún momento, ya que fueron engañados, al igual que toda esta sociedad limeña llena de paradigmas y complejos.

La cultura emo va desapareciendo lentamente y lo hará muy ponto, concluyen los actores principales de esta movida emo. ¿Regresará algún día? Dicen que en la vida nada desaparece, sino muta. Supongo que solo queda esperara a ver como regresará esta moda/pose/complejo (¿?) que esta vez nos visitó en forma de calaveras moradas y corazones negros.

martes, 21 de octubre de 2008

Dale más fuerte.


U-GOB pone en evidencia la satisfacción de la gente respecto a su país.

El Perú es uno de los países de mayor (y constante) crecimiento económico de los últimos años. Esto dejó de ser una buena noticia para los números y se ha empezado a reflejar en la percepción de los habitantes.

La última encuesta realizada por la Universidad de Lima demuestra en cifras certeras la satisfacción del a población peruana hacia su país. Si bien el trato que reciben los peruanos en el exterior es agradable (la mayoría de encuestados responde con un “poco” o “nada” en relación a la discriminación) las ganas de quedarse persisten, siendo casi el 70% de los interesados en salir adelante en su país.

Si bien los resultados más positivos fueron arrojados por los niveles socioeconómicos A y B (donde varía entre el 80 y 90 porciento de permanecer en el Perú) los niveles más bajos no han quedado atrás, y es solo la falta de trabajo uno de los motivos fuertes por el cual un ciudadano partiría.