Hemingway intentó entrar al ejército. No lo logró ya que una lesión en el ojo se lo impidió. Pero eso no iba a detenerlo. El quería estar ahí. Al escritor no se le ocurrió mejor idea que unirse voluntariamente como chofer de ambulancias a la cruz Roja. La mejor manera de aprender le costaría vivir con una rótula artificial el resto de sus días.
El galardonado escritor trabajó para el Kansas City Star en el área policial. Ernest Hemingway siempre estuvo en primera fila, esquivando las balas y ensuciándose la camisa. Esto le valdría más tarde no solo para hacerse un nombre en el diario, sino también como inspiración para sus novelas que lo inmortalizarían como un escritor prodigioso.

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